El Sarmiento en LLAMAS.

Fue en un día de verano, esas tardes en las que el sol "raja" la tierra. Eran las 18:30 (hora pico). Habían suspendido el local que sale de Plaza Miserere, con destino Castelar solamente, y tuve que ir a arriba para tomar el tren. Al haber cancelado el local, la plataforma "rebalsaba" de gente, y en el tren anunciado como próximo a salir ya no cabía ni un alfiler. Aún así, tomé valor y entré, porque el siguiente, recién saldría 15 minutos más tarde y preveía que no andaban bien, por el agolpamiento de gente que había. Con el calor que hacía y la cantidad de gente que éramos, el lugar se volvía insoportable. Casi no podía moverme. Había gente por todos lados. Estaba ubicada en la convergencia de 2 coches, el furgón y uno común, cuando en Ciudadela, se vio un fogonazo al final del coche, y éste comenzó a llenarse de humo, y más humo y más humo. La desesperación fue total, Cromañon estaba todavía muy presente en la memoria de cada uno de nosotros. El tema es que no podía moverme de la gente que había. Sentí mucho miedo, se me aflojaron las piernas, tenía taquicardia y muchas ganas de llorar. Me sentí atrapada. Lo insólito, era ver como algunos (se supone, los más expertos) aseguraban que no pasaba nada, y que esa situación se daba todos los días. Eso me dió mucha lástima. Nos tratan tan mal que ya estamos acostumbrados. ¡¡¡No puede ser!!!. La cuestión es que otros pícaros como siempre hay, (borrachos del furgón) gritaban: CROMAÑON, FUEGO!!!!, y eso inculcaba más miedo y desesperación. Lo peor es que esa gente con sus comentarios no mide las consecuencias. Yo, como muchos, pensé que me iba a desmayar. Quise salir por una ventana, pero no podía llegar a la misma por la cantidad de gente. Me abrí paso como pude, antes de que me aplaste la misma gente que al igual que yo, deseaba a toda costa, salir de ahí cuanto antes. Mi temor era que explote. Por suerte liberaron las puertas (obvio, 10 minutos después). Nadié de TBA se hizo cargo de evacuarnos. Y así, solita y muerta de miedo, me arrojé a las vías con tacos (incomodísimo). Fuí con toda la procesión caminando hasta la estación de Ramos Mejía, que obviamente era otro caos porque con los trenes retrasados, todos recurrían al colectivo y nuevamente a padecer. Fue una desgracia con suerte, pero lo triste, es que este tipo de cosas suceden a diario y no trascienden.